En ese momento no se sentía gris.
Cuando el mundo se daba la vuelta y la gente quedaba oscilando contra la tierra, con las sonrisas como muecas.
Sus pies se dejaban resbalar de nuevo sobre el suelo con un suave ruido de terciopelo arrugado y todo volvía a ser previsible y gris. Eterna y completamente gris.
El traía el sonido de los pasos que no bailan y el movimiento inconexo de alguien que se obliga a bailar.
No era gris, solo creía que lo era. Entonces...tal vez lo fuera.
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