No llego a verbalizarlo...
No dejo de pelear, ni de reírme, ni de sacarle importancia. Ni de mirar a los demás para no hundirme en mi ombligo. Ni de mirar el mundo desde los ojos de mi hija.
Pero hoy he perdido la fe y desearía que mi vida dejara de torcerse a la derecha cuando mis pies intentan caminar hacía la izquierda y no sentirme tan agotada que me de ganas de mandar medio mundo a la mierda.
Mañana será otro día...
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