domingo, 13 de febrero de 2011

el castillo

El sol del mediodía le quemaba el cuero cabelludo. Los baixos estaban preparados.

La Santa Eulália no perdonaba y el talón implacable de Joan lo confirmó.

Apretó los dientes y hincó las manos, la mente se fue lejos de la plaza, apretada de niños, palomas, turistas e incluso un hombre bebido que preguntaba a gritos cuanto había costado todo el espectáculo, y qué donde estaba la crisis, se pegaba en el pecho y decía:”I`m from India”(hasta que una madre, harta, le pidió que se callara, que los críos no estaban entendiendo nada y que ese no era el momento).

No, no voy a firmar el proyecto. Que le den al jefe y al empleo. Una multinacional, un ayuntamiento corrupto y un despacho sediento. Vaya trío! Más un bosque de 7 Ha que se va al cuerno. Pues no con mi ayuda.

El peso de Gemma clavó los pies de Joan sobre sus hombros. Una niña con ojos como platos la miraba con la boca abierta de expectativa.

Que me despidan, me da igual. No, mentira, no me da igual, al revés, tendré tiempo, mi tiempo...Ya encontraré otra cosa, tengo el paro y mientras tanto, aprovecho y averiguó que quiero hacer con mi vida.

Reventaran aplausos y la niña cerró la boca. Las gotas de sudor le hacían cosquillas en la nariz.

¿Y el amor?¿Qué hago con eso?Puedo intentar vivir sin el...Lástima que uno no se pueda despedir de algunas emociones y recibir prestación terapéutica por falta de magia.

El pañuelo rojo aflojó en su cintura y los pies de Joan volvieran a pisar el suelo. La espalda volvió a ser una línea verticalmente ondulada y la plaza volvió a estar, llena de gente que solo sabía que ella era parte de un castillo.

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