viernes, 16 de julio de 2010

Espero

Hace dos semanas que hago una jornada completa de operario.He alquilado un piso a que solo los románticos y los valientes no resistirían... Hago desaparecer gruesas capas de suciedad no identificable de los sitios más incoherentes. Descubro que las puertas son blancas. Lleno los dedos de masilla, arreglo grifos, destornillo y atornillo, arranco y lijo hasta que el sudor me escurre desde las pestañas hasta los dedos de los pies. Cuando ya no puedo más, bebo media botella de agua y me siento a hablar con Romero.El es mi ángel. Coloca cristales, crea enchufes, descubre que al final tengo gas, me pone bombillas y se sube a la escalera metálica(que ya me ha dejado un recuerdo lila en la rodilla) para poner masilla porque :“tú estás muy delgada”. Muy bien. No fuera el hecho de que Romero tiene 80 años y lleva siempre consigo una tarjeta que certifica la existencia de un marca pasos en su corazón.”Es para cuando las alarmas de las tiendas se disparan”, me explica. Me trae hierba-buena y naranjas, me regaló una navaja y una linterna para Laura. Hace mucho que ultrapasó el presupuesto que acordamos…

Cuando Romero se va me permito tumbarme en el suelo. El piso respira historias, agradablemente vacio, solo suelos pisados por mucha gente, techos altos que escucharan miles de sonidos y paredes que voy a pintar.

Después pienso en ti.En tu voz, en tu sonrisa, en lo que me has dicho sin hablar. Sonrío sin que nadie me mire.

Es que no sabía que la espera pudiera ser tan hermosa.

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