miércoles, 6 de octubre de 2010

Un día como este

Serian poco más de las 8h de la mañana y el era un catalán-marroquí seductor, de poco más de 7 años. Su madre hablaba por teléfono y las palabras hacían eco en la plaza vacía. Yo no tenía prisa y el tampoco. Me enseñó los patines nuevos que llevaba dentro de una bolsa de plástico, mientras se sentaba a mi lado en la escalera. Le dije que siempre había tenido miedo de ponerme patines en los pies porque creía que saldría volando. Me regaló una sonrisa y me tranquilizó explicándome que eso era imposible porque las ruedas siempre van pegadas al suelo. Estuve a punto de decirle que a veces me daba miedo salir volando, sin más, porque siento que no estoy pegada a nada. Pero, la intuición de los niños es poderosa porque aún no está tiranizada por el miedo al juicio de los demás, y yo sabía que el ya lo había entendido.

-Que estás haciendo aquí? Me preguntó.

-Tomando valor para hacer algo importante, le contesté.

- Pero si aquí no hay nadie…

Me escuché a mi misma decirle que era más fácil tomar valor sola, pero que de todas formas aún no lo tenía. Después me despedí de el. Bajé la escalera donde un día una chincheta (clavándose en mi chancleta) decidió reírse de mí con el destino. El aire tibio de la mañana me empujó por las calles estrechas del Raval y pensé que un día como este, giraré una esquina y mis preguntas tendrán una respuesta.

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