martes, 16 de junio de 2009

Ser un árbol

A veces, cuando las miro, me reconozco, te reconozco.
Quizás por eso, me gusta estar con ellas.
Cuidarlas.
Darles un sitio donde crecer y desarrollarse tranquilas.
Dejarlas sentir que estoy ahí.

Es como si se hubieran detenido en un momento especialmente hermoso, o doloroso, o los dos (existe realmente uno sin el otro?).

Como si un cuerpo humano se hubiera cristalizado en su movimiento más sincero, más pleno y suave, o sorprendentemente violento.
Incluso parece que respiran, muy bajito, con mucho cuidado para que nadie se entere que están, que aún pueden sentir.
Esas ramas podrían ser brazos, intentando llegar, intentando tocar sin manos, ni dedos suaves.
Esas hojas largas o estrechas podrían ser pensamientos gobernados por el calor y frío que traen los vientos ingobernables.
Se puede caer todo con el frío, no?

Los árboles viejos, respiran de una forma distinta de los jóvenes.
La cantidad de oxigeno que producen también es distinta.
Así como, el color de sus hojas y el tamaño de sus frutas.
Sabías que hay árboles que solo dan flor cuando son mayores?
Y que algunas especies, necesitan menos agua que aquellos que tienen menos años?

A veces, ser mayor, significa que ya sabemos enfadarnos con nosotros mismos y no solamente con los demás.

A veces, los árboles mayores se creen que pueden controlar la longitud de sus raíces y, se equivocan...

A veces, me gustaría ser un árbol y haber dejado caer hojas sobre tu cuerpo en vez de haberte hablado y tocado.
Habría sido mucho más hermoso...

2 comentarios:

  1. Ha sido como fue y desear algo diferente puede llegar a ser irreal. O ideal. Pero las circumstancias se posan en los momentos de cada persona para que ésta si puede (quiere) saque sus propias conclusiones, y con suerte le ayuden a evolucionar como ser.

    Para mi ya es hermoso, no todo lo bello dura. Ahí radica el secreto dela belleza. Tiene fecha de caducidad. Como la vida.

    ResponderEliminar